Nacido en las calles de Nueva Orleans, el jazz no es solo música: es resistencia, libertad y creatividad en su forma más pura. Surgido entre comunidades afroamericanas a inicios del siglo XX, el jazz rompió barreras raciales y sociales con ritmos improvisados que hablaban de dolor, esperanza y orgullo.
Su influencia no se detuvo en Estados Unidos: viajó por el mundo, dejando huella en la literatura, el cine, hasta en la moda, e conos como Louis Armstrong o Ella Fitzgerald no solo hicieron historia, sino que dieron voz a quienes no eran escuchados. El jazz enseñó que la música también puede ser un diálogo: entre músicos, culturas y generaciones, y hoy, sigue siendo símbolo de libertad artística y expresión auténtica. Escuchar jazz es conectar con una revolución que sigue viva.
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