Con sus rostros siempre sonrientes y su piel blanca como la nieve, las belugas son uno de los animales más carismáticos del océano. Pero más allá de su ternura, poseen una habilidad fascinante: la ecolocalización.
Estos cetáceos usan ondas sonoras para navegar y cazar en las gélidas aguas del Ártico, donde la visibilidad es limitada. Su famoso "melón" es la frente redondeada; no solo las hace ver adorables, es la clave para dirigir sus chasquidos y silbidos. Emiten sonidos que rebotan en los objetos, permitiéndoles ver con el oído, incluso en la oscuridad.
Su comunicación es igual de sorprendente: silban, gorjean y hasta imitan voces humanas, lo que les valió el apodo de "canarios del mar". Aunque su naturaleza juguetona y sus expresiones curiosas nos derriten, enfrentan graves amenazas como el deshielo y la contaminación acústica que afecta su increíble sistema de ecolocalización.
Las belugas parecen sacadas de un cuento: siempre expresivas, torpes y tan adorables que derriten el corazón.
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